sábado, 23 de agosto de 2014

El clot del moro


El chalet El clot del moro(1904) fue hogar de Eusebi Güell y el edificio donde se alojaba a altos cargos de la empresa y otros visitantes importantes de la fábrica de cemento que hay en sus proximidades. Fue en él donde estuvo almorzando Alfonso XIII el 1 de noviembre de 1908 junto a otras autoridades del gobierno de la época. Al igual que muchos otros visitantes, el rey supuso que el chalet era una creación de Antoni Gaudí, a lo cual el conde de Güell le aclaró que en realidad era obra de Antonio Mª Homs.


Dicho chalet está situado a escasos metros de la factoría y actualmente se puede intuir su fantasmagórica silueta entre la vegetación de la zona, irguiéndose regia, resistiéndose a desaparecer entre la bruma del tiempo y el olvido.. Su visión sigue cautivandonos ya que nos traslada a otra epoca permitiéndonos ver sus tiempos de esplendor.

Muy cerca del chalet podemos encontrar la capilla dedicada a San Jaime (1924) que, al igual que el chalet, está en estado de abandono, cerrada al público y protegida por una valla metálica que ya no protege.Dicha ermita se construyó en conmemoración del 20 aniversario de la puesta en marcha de la fábrica, el día de San Jaime. Juan José Ferrer-Vidal Güell, barón de Güell, le encargó un boceto a Nicolás Rubio Tudurí siguiendo la arquitectura románica pirenaica y delegó en Patricio Palomar Collado la ejecución de la obra.Se escogió para su interior una reproducción del altar, la mesa y el baldaquino de la iglesia de San Sadurní de Tavérnoles. Las tejas fueron proporcionadas por habitantes del pueblo encantados de renovar sus tejados y el enlosado de la ermita se sacó de las losas de la plaza mayor a cambio de un pavimento de cemento.Nicolás Rubio Tudurí que se había ido a Africa de safari, a su vuelta quedó muy satisfecho de "su obra" en la que sólo había participado en los esbozos..Durante la guerra civil y la consiguiente quema de iglesias se logró, gracias a la pericia de Juan Fiol, poner a salvo el baldaquino y reponerlo al final de ésta. No así el frontis del altar y una magnífica cruz de plata y piedras que desaparecieron para siempre.































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